En el invierno
Te fuiste mi haijin
Quedó el vacío
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Intuía la partida,
hizo cumbre en su interior
y en la quietud de la intimidad
voló en silencio.
Abedules en zuecos de madera
levantan el verde frío de los pinos,
acompañando tu vuelo,
cual blanca grulla
acicalas el lino del tiempo
sin detenerte en sitio alguno
sigues el sonido suave de la vida
en el cielo
entre los ecos del viento
y la lluvia de otoño.
Silenciosa circunstancia.
Necesitaban los sabios
una haijin que les explicara
la esencia del zen
en la brevedad de los tres versos,
y no dudaron al elegirte.
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En el verano
Lo que recuerda mi ser
Es tu sonrisa
Fredonedi y Shou
