Recuerdos de aquel verano...
Aquella mañana me levanté temprano, digamos como a las 9,30, eso para mí es casi madrugar, sé que hay gente que sale a trabajar cuando el sol todavía no alumbra el cielo, yo nunca pude. Toda mi vida he sido un perezoso, bajarme de la cama es una empresa muy dolorosa y difícil de lograr antes del mediodía. A veces creo que nací con un desbarajuste en mi reloj interno, de la misma forma que no puedo levantarme temprano, no puedo acostarme hasta bien entrada la noche, a veces me sorprende el amanecer, sentado, junto a la máquina de escribir. Mis neuronas y mi cerebro funcionan mejor en la quietud de la noche.
Regresando a lo nuestro, estarán curiosos de saber por qué madrugué.
Esa mañana llegaban Tulio y Laura. Hace tiempo ellos alquilan la parte baja de mi casa para las vacaciones estivas. Compré esta gran casa en la orilla del mar, cuando las cosas eran todavía asequibles y mis libros se vendían produciendo algunas ganancias. Ahora con la ayuda de Doña Petra, mi gobernanta, en verano alquilo algunas habitaciones para vacacionistas y aunque esto interfiere con mis costumbres de lobo solitario, tiene la ventaja de ayudar a pagar los gastos de mantenimiento que mis pocos derechos de autor no cubren.
Tenía que dejar todo ordenado y luego correr con mi vieja camioneta Jeep para buscarlos a la estación del tren.
Llegué justo en el momento que descendían. Tulio, como de costumbre, sumergido entre bolsos y maletines, trotaba al lado del carrito cargado de equipaje, que un anciano cargador de maletas empujaba siguiendo a Laura, que radiante como siempre con su blusa blanca de seda, una falda de lino beige, larga hasta las pantorrillas, el pelo negro suelto al viento y su eterna sonrisa era la clásica estampa de la mujer enamorada y feliz, amante de la vida.
El tiempo de un abrazo, un apretón de manos, las maletas estibadas en la camioneta y salimos corriendo hacia la casa y el mar.
─ ¿Cómo le fue el viaje?
─ Bastante bien, mucho calor pero sólo la idea del mar y del sol que nos estaba esperando lo hizo agradable. Te veo muy bien viejo barbón, el aire del mar te sienta
─ Es la vida tranquila, entretenido con mis libros y mis papeles.
─ ¿No mencionas a las jovencitas del pueblo que te dan diariamente su salvia de la vida?
─ Ya no, esos tiempos pasaron, los años y el lumbago ya no permiten muchas correrías ¿Y tú Laura, dime cómo te trata este sinvergüenza?
─ Bien, aunque a veces tengo que recordarle que yo soy tan importante como su trabajo, pero no puedo quejarme. ¿Cómo está Doña Petra, continúa contigo como ama de llaves?
─ Ella está muy bien, sigue gruñona como de costumbre, pero nadie cocina como ella y por eso le perdono todas sus rabietas.
─ Estoy ansioso de comer sus pescados asados.
─ Tú siempre estás ansioso de comer y tomar lo que sea…
─ Por cierto este año tenemos a los sobrinos de ella, vinieron a pasar un tiempo y la ayudan en la casa. El, es un muchachote universitario, atiende el jardín, hace buena pesca, ya lo conocerán y comerán lo que pesca.
─ ¿De ella no nos dices nada?
─ Que quieres que te diga, es una chica bonita como todas las que se acercan a los veinte, morena como la tía, buena trabajadora y muy alegre, está por graduarse, vienen, pasan el verano y ayudan la tía con los huéspedes.
─ ¿No me digas que ya estás enamorando a la chica viejo sátiro?
─ No soy tan malo, ya los van a ver, son buenos chicos.
Pasamos los últimos minutos del trayecto riendo y haciendo planes para los días sucesivos, Tulio quería hacer de todo, bucear, pescar, visitar todos los bares del pueblo, incansable como siempre…
─ Les presento a Rosa María y Pablo, los sobrinos de Doña Petra.
─ Encantado de conocerlos
─ Eres muy linda Rosa Maria, es un placer conocerlos. Dona Petra Usted está de maravillas, cada vez más joven…
─ Es Usted muy cordial señora, los años pasan para todos…vengan, ya sus habitaciones están listas. Pablo se encargará de las maletas…
Los siguientes días, Tulio y Laura salían muy temprano para aprovechar el sol mañanero. Raras veces iba con ellos, prefiero pasar mis mañanas sentado bajo un árbol en el jardín, leyendo y escuchando el trinar de los pájaros. Odio estar tirado en la arena bajo el sol quemándome como una lagartija. Si tengo que ser honrado, debo admitir que algunas veces me acercaba al balneario, me sentaba bajo una enorme sombrilla, apartado en un lado, escondido bajo mi sombrero Panamá Jack, unas enormes gafas de sol y un libro abierto, pasaba un tiempo viendo a Laura tomar sol o nadando en las aguas azules. En esos momentos todo desaparecía a mí alrededor, sólo quedaba ella moviéndose en las aguas como una sirena. A veces sentía que me invadían celos de los hombres que pasando dejaban su vista sobre las curvas armoniosas de su cuerpo…Sí, lo admito, estoy enamorado de esa mujer, cuántas veces me he sorprendido pensando en lo hermoso de tenerla en mis brazos, de tocar sus senos, besar su boca…Sueños imposibles de realizar, Laura es la esposa perfecta, se nota su amor por Tulio en todo lo que hace y él retribuye de igual manera, son la pareja que nunca sufrirá el derrumbe o agotamiento del amor.
Tres veranos deseándola en secreto, soñando con ella cada noche. Sueños imposibles, para ella yo solamente soy y seré un viejo y buen amigo y Tulio su amado marido.
Algunas veces en las noches, después de la cena, nos reuníamos todos en el gran salón de la televisión, Doña Petra mirando su eterna telenovela y nosotros jugando cartas, para pasar el tiempo. Jamás gano, no logro concentrar mi atención. Tulio dice que nunca ha conocido alguien que jugara tan mal…Laura se muere de la risa con nuestras discusiones.
Quien nos sorprendió este verano es Pablo, un jugador atento y despiadado, todos lo recriminamos cada vez que gana. Otras noches en lugar de las cartas preferimos salir a caminar y terminamos en el bar Bahía a escuchar una música que trata desesperadamente de parecer jazz, interpretada por un trío de mediocres músicos de taberna, mientras una o dos parejas arrastran sus pies al compás de un blues.
Esas noches son los mejores momentos de todo el verano, es cuando Laura me regala una sonrisa o se queda mirándome con esos ojos intensos, mientras Tulio, apurando su décima cerveza nos cuenta el último chiste…
Lo que trajo a mi memoria este verano en particular, fue lo que pasó después que Tulio recibió una llamada urgente de su oficina en la ciudad.
Me sorprendió verlo en la mañana con su maletín en la mano, esperando que yo bajara a desayunar.
─ Buenos días ¿qué sucede, tan temprano y vestido de ciudad?
─ Problemas de trabajo, me llamó mi secretaria para avisarme que los ingleses, unos clientes importantes, que esperaba para fin de mes, han adelantado su viaje y llegan esta noche.
─ ¿Por eso interrumpen sus vacaciones?
─ Mira si no te molesta quería pedirte un favor.
─ Cualquier cosa, a tu disposición.
─ No voy a tardar más de dos o tres días con los ingleses y puedo regresar para terminar las vacaciones ¿Tú podrías hacerle compañía a Laura mientras tanto?
─ Claro que sí, no hay problema, será un placer.
─ Te agradezco, está bastante molesta, no quería quedarse, no es la primera vez este año que la dejo plantada por el trabajo. En tu compañía se sentirá menos sola.
─ No tengas cuidado, seré como un buen padre, la cuidaré. Vamos déjame tomar un café y te llevo a la estación.
─ Gracias, no quiero molestarte puedo pedir un taxi
─Nada de taxi. Si quieres dile a Laura que venga a la estación y de regreso la llevaré a nadar y a tomar sol como tanto le gusta.
¿Pueden creer en el lío en que Tulio me dejó metido? Uds. pensarán ¿Por qué? Más bien te hizo un favor al dejarte Laura en bandeja de plata lista para ser conquistada. No señores, se equivocan; mi amigo me dio toda su confianza, me dejó como tutor y acompañante de su mujer ¿cómo podría yo defraudarlo? Todos mis sueños se acabaron en un instante.
Lo dejamos en la estación y nos dirigimos hacia la playa, Laura estaba radiante, nunca la había visto tan bella; el pelo recogido en un moño dejaba descubierta su cara. La miraba de perfil mientras conducía mi rebelde Jeep, veía sus mejillas ligeramente rosadas, sus labios rojos y esa gran sonrisa, llevaba puesto un bikini floreado cubierto con un pareo del mismo color, anudado en la cintura. Estaba tan extasiado con tanta belleza que en la primera parte del viaje no pude pronunciar ni una sola palabra…
─ ¿Qué te ocurre que no hablas? ¿No te gusta venir al mar conmigo?
─ ¡Claro que sí! Contigo iría hasta la luna. No es usual para mí salir con una chica tan linda.
─ Eres muy gentil. Voy a sonrojarme con tus cumplidos. Agradezco que dejes tu trabajo para acompañarme.
─ ¿Cuál trabajo? Escribo para justificar mi holgazanería, estar en tu compañía es sin duda un regalo que no merezco. ¡Casi llegamos!
─ ¿Ves que azul se ve el mar? Dan ganas de zambullirse y nadar.
Esta mañana se ve fabuloso, todo es más bello. Que estoy haciendo, estoy cortejando Laura, no es posible, soy su acompañante, Tulio me la ha confiado. ¿Qué estaba pensando ese imbécil, que soy un viejo impotente y por eso me deja cuidando a su mujer?
─ Ven, vamos a nadar
─ Es muy bello el traje de baño que tienes hoy
─ ¿De veras te gusta?
─ Sí, te queda muy bien y su color hace juego con tu piel bronceada…
─ Sabes es la primera vez que uso un bikini tan pequeño, no tenia el coraje soy un poco tímida.
─ ¿Porqué no usarlo, si tienes un hermoso y deseable cuerpo por qué esconderlo?
─ Eres una joya con tus cumplidos. Mira están Pablo y Rosa Maria ¿los llamamos?
─ ¡Pablo, Pablo! Vengan.
─ ¿Linda mañana verdad?
─ ¿Vamos a nadar vienen?
─ Vayan uds. yo me quedo un rato a la sombra y leo el periódico.
Nunca me ha gustado zambullirme en las aguas frías, prefiero una silla bajo una palmera, una cerveza y algo para leer.
Vi la mirada de Pablo cuando la vio, sentí celos hasta dentro de mis huesos. Lo peor es que no sé si los celos fueron por como él la miro a ella o si fueron por como ella lo miró a él.
La voz de Rosa María, que se había tendido en la arena a mi lado, me distrajo de mis pensamientos y me regreso a la realidad.
─ El agua está muy fría no la soporto, es mejor tirarse al sol.
─ Prefiero la sombra, es peligroso exponer mi piel vieja y fláccida a los rayos solares, en cambio tu cuerpo joven y bello puede aceptar las caricias del sol y el viento.
─ No es verdad lo que dices de tu piel y no eres viejo, yo más bien diría que sigues siendo un hombre interesante.
─ Cuando una chica hermosa no sabe que decir de un viejo dice es interesante, pero para ser amada prefiere el vigor.
─ No es verdad, la madurez y la experiencia de un hombre compiten con el vigor y la estupidez de la mayoría de los niños de hoy. Como muestra mira el cretino de mi hermano como infla el pecho y baila los músculos delante de esa Laura, parece un pavo. Yo prefiero la madurez a la estupidez.
─ Tal vez tengas razón. Voy al bar a buscar unas bebidas ¿ Qué deseas tomar?
Después de cenar, los chicos se fueron al cine con unos amigos. Laura y yo quedamos solos en la casa sentados en el patio, ella leyendo una revista y yo haciendo que escribía, en realidad estaba tratando de convencer a mi yo ético para que se dejara de tantas reflexiones y de una vez le dijera cuanto la deseaba ¿Al fin de cuentas por qué tener escrúpulos si el egoísta de Tulio la abandonó en medio de sus vacaciones? A lo mejor los pretendidos clientes ingleses eran una amante rubia con la que el muy vivo estaba encamándose a expensas mías. Qué bella está, la deseo ¿Por qué perder esta ocasión, y si me rechaza con qué cara la enfrento mañana? Ella hoy aceptó ser cortejada, recibió con alegría mis insinuaciones, hasta se puso ese bikini tan explícito para que yo la viera ¡Coraje! le voy a decir, me acercaré y le diré cuánto la deseo.
─ ¡Laura!
─ ¿Terminaste de escribir?
─ ¡Si! Estaba pensando que…
─ Que bueno terminaste ¿Me llevas al Bahía?
─ Buena idea, tomamos unos tragos y escuchamos música. ¡Vamos!
Otra vez dejé escapar la ocasión ¿por qué no le dije que prefería quedarme en casa solo con ella y tenerla en mis brazos? ¿Por qué no la tomé y besé en aquel momento? Temor a quedar como un tonto si me rechazaba, es demasiado joven para mi. Laura ama a Tulio, nunca lo dejaría por un fracaso como yo. ¿Qué puedo ofrecerle aparte de sol y mar en verano y mucha lluvia en invierno? Pensándolo bien a lo mejor si aceptaba y le hubiera gustado, no estoy tan mal a pesar de todo; además ella me provocó en el auto con ese bikini ¿Quién dice que esa sonrisa no fue un mensaje y ella lo desea, el coqueteo con Pablo no habrá sido una forma de hacerme sentir celos y provocar mi reacción? Esto es lo único que sé hacer hablar, hablar, escribir y nada más…
─ ¿Suelta ese vaso y bailamos quieres?
─ Hace mucho que no bailo Laura, estoy muy oxidado, además esta cerveza me tiene algo mareado.
─ Descuida, un poco de movimiento y ya te soltarás como en las mejores épocas.
─ Bueno si quieres te pisaré los pies, vamos.
Habrá sido la música, a lo mejor las demasiadas cervezas o el perfume de Laura, no sé, todo me daba vueltas. La tenía en mis brazos, escuchaba la música, sentía su cabeza en mi hombro. Recuerdo el ruido de las copas que chocan, voces que surgían de todos lados, Su cuerpo unido al mío, el roce de sus piernas contra las mías; olor a cervezas, a ron, risas, luces, alguien me empuja,”disculpe”, el cantante, la música suave y asordante, la aprieto a mi, sus caderas ondulan, mi sexo crece, ella lo siente y se estrecha más a mi, sus labios tocan mi cuello, todo gira, mi corazón salta. Tomo una última cerveza, el mareo persiste, pido la cuenta. Caminamos tomados de la mano, no veo donde pongo los pies, el calor, la humedad de la noche, las luces de las farolas me aturden, un gato cruza la calle corriendo, el mareo. Es la cerveza nunca me sentó tan mal, un abrazo, un beso en la mejilla, sonríe.
─Ha sido una noche hermosa, te veo en la mañana…
Estrecho sus manos, le sonrío, ella va hacia su cuarto yo me arrastro por las escalera y subo al mío, logro caer en la cama cuando todo inicia a dar vueltas. Maldita cerveza nunca antes me había pasado esto. Dormí, no sé cuanto, un ruido o un rayo de luna me despertaron. Qué confusión, trato de despegar mi cabeza. La necesito, la quiero, me levanto como puedo, estoy decidido, la buscaré en su dormitorio, abro la puerta y dando tumbos me acerco a la escalera, nada me prohibirá tenerla esta noche. La oscuridad me envuelve, camino con prudencia, un ruido abajo me paraliza en el primer escalón. Una sombra se mueve en silencio. Me siento en la escalera escondido detrás de la baranda, la sombra se acerca al cuarto de Laura, toca suavemente a la puerta. La cabeza me duele, los ojos me arden, creo tener fiebre. Ella abre, una explosión de luz embiste la sombra, es Pablo. Dos cuerpos desnudos se abrazan, se besan. Tengo náuseas, deseo vomitar, maldita cerveza…
A la mañana siguiente me desperté con un dolor de cabeza infernal, recordaba el Bahía, la cerveza, el baile, más cerveza, Pablo levantándola en sus brazos y llevándola hacia la cama ¿Fue un sueño o realidad? Yo los vi…No estoy seguro…Le preguntaré al bajar esta mañana… ¿Qué voy a preguntarle? si se acostó con Pablo, si lo que sentí bailando lo sintió ella también?
Con el último tren de la noche regresó Tulio, ella lo recibió con alegría y amor como siempre. Después de dos días se terminaron las vacaciones y se fueron…Ya han pasado tres años desde aquel verano, no regresaron más, nunca sabré qué sucedió aquella noche...
Fredo Nedi
10/03/2005
©copiright
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Excelente historia y perfectamente narrada. Me hiciste sonreír al pensar que dejaste pasar tu oportunidad, jajaja. Yo también volveré a leerte, una alegría que hayas pasado por mi blog y te haya gustado, esa es la idea y estoy muy agradecida a los pintores que me prestan su obra. Un abrazo. Magda
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